Me quede con una escena en mis retinas, la escena del vaquero poniendo su oído en el suelo para escuchar si el tren que lo sacaría del peligro, venia cerca o lejos. Pensé que muchas veces somos tan altivos que no somos capaces de arrodillarnos en el suelo a escuchar de donde viene la respuesta de Dios, en ese silencio que solamente se logra en su presencia. Recordemos que no hay rodilla que no sé doblara ante su presencia.No importa que te persigan por todos lados, tomate el tiempo necesario para doblar rodillas, poner el oído atento a la voz de Dios, siente sus pasos que viene en tu socorro.
No temas, El te guarda de todo peligro.
Autor Nadia Cabezas.
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